Valderas en la encrucijada entre el Gobierno, las bases y el electorado

Jesús Rodríguez / Gregorio Verdugo | El de los recortes que va a aplicar el nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía está siendo el primer culebrón de un verano que se presenta bastante calentito en lo social como en lo político, y no precisamente por el viento que abrasa la cara en las tardes de Sevilla, o porque las noches de nuestra ciudad sean más infernales que los días en buena parte del país.

El final de esa larga culebra, a modo de corolario, es la disputa interna de Izquierda Unida a causa del apoyo de la dirección del partido, encabezada por Valderas, vicepresidente del Gobierno andaluz, a los recortes contemplados en el plan de ajuste de la Junta de Andalucía, con una reducción de 747 millones en las nóminas de los funcionarios autonómicos.

Durante la última semana, las críticas contra este apoyo entre las bases del partido se han sucedido desde el clamor inicial hasta sofocarse en cierto modo tras la última reunión de la dirección de la coalición en Andalucía. Incluso los críticos con el sí de Valderas a los recortes, caso del vicesecretario general del PCA, Juan de Dios Villanueva, han aceptado esta postura como conveniente.

Al fin y al cabo, todos tienen claro que la disolución del Gobierno bipartito es una opción impensable en estos momentos, a pesar del órdago que, en un principio, lanzó Valderas poniendo sobre la mesa la ruptura del pacto. El propio vicepresidente andaluz pone de manifiesto la cruda realidad en su carta dirigida la militancia el pasado viernes: “Para avanzar socialmente debemos seguir siendo una fuerza de lucha y de Gobierno”. También Villanueva, desde su postura crítica, deja muy claro ya en el título de su artículo en la web del PCA de Sevilla que “no se trata de «Gobierno sí» o «Gobierno no», sino de cómo se gobierna”.

Pero no sólo en IU creen que la coalición autonómica entre ellos y el PSOE debe mantenerse. También los socialistas dan por sentado que el ejecutivo no corre peligro en estos momentos, ya que todos deben remar en la misma dirección ante un plan de ajuste que, y en esto han insistido en especial tanto el PSOE como IU -el mismo Valderas lo explica con detalle en su carta a los militantes-, no ha sido promovido por la Junta, sino que vienen ordenados desde el Gobierno central. Que no se vota a favor de los recortes sino por imperativo legal y en un acto de responsabilidad.

Aun así, y aunque por el momento IU y, por extensión, el bipartito autonómico han salvado un match-ball que no parecía muy complicado ganar, dada la frescura del nuevo ejecutivo -apenas se han cumplido dos meses de la toma de investidura-, el malestar ha hecho acto de presencia en las bases de una coalición que han tomado la palabra al lema de su formación y se han rebelado ante los recortes. Ya no se trata del díscolo Sánchez Gordillo, sino de una réplica que ha tomado manifestaciones sindicales pidiendo la dimisión de Valderas.

Aunque ahora la dirección de Izquierda Unida haya conseguido frenar esa rebelión incipiente, en el partido han establecido los presupuestos para 2013 como límite para los recortes salariales, al tiempo que ha propuesto “un debate político con los andaluces para elaborar los presupuestos” de ese año. Hasta entonces habrán de medir al milímetro su acción en el ejecutivo andaluz para encontrar el equilibrio entre la conjunción con su socio de Gobierno y la fidelidad a sus bases y, sobre todo, a su electorado.

Después de todo, aunque la votación de la dirección de IU respecto de la postura sobre el plan de ajuste se saldara con una amplia mayoría -24 votos a favor y sólo 3 en contra-, las bases pueden tener más capacidad de asimilación que la misma ciudadanía, que entiende como la mayor de las traiciones que un partido no cumpla el programa que anunciaba, algo que comprobó el PSOE en sus propias carnes el pasado 20 de noviembre.

Juan de Dios Villanueva ya apunta en la conclusión de su artículo que “tenemos que ser conscientes de nuestra fuerza, nadie nos ha reglado el estar en el gobierno, mucho menos el PSOE-A. (…) Ellos perdieron las elecciones. Todo lo que somos y tenemos se lo debemos a nuestra base social y nuestra militancia, a nadie más”. Aunque realmente sí le deben algo, mucho, a alguien más: a los 437.445 andaluces que votaron a Izquierda Unida en las pasadas elecciones del 25 de marzo.

Ahora que el pacto bipartito parece afianzado, al menos por el momento y durante un año más, la cuestión primordial es no descuidar a la militancia y, sobre todo, a sus votantes. La próxima encuesta de intención de votos será un buen termómetro para averiguar si éstos han hecho caso de ese “rebélate” al que el vicepresidente exhortaba desde unos carteles electorales que perviven colgados a duras penas, como el espectro raído de un recuerdo olvidado.